Direcciones propias

No voy a decir que nado contra la corriente. No, no es así. Por lo general consigo adaptarme a muchas situaciones, pero hay cosas que me cuesta aceptar y, cuando siento que son una camisa de fuerza, tiendo a actuar de otra manera.

Siempre me ha resultado (auque lo haga mal) tomar fotos y escribir: lo hago constantemente desde hace más de 20 años y no veo un escenario donde deje de hacerlo. Pero el mundo se mueve de otra forma: la forma de compartir lo que uno hace (más allá de que la motivación original sea propia) va cambiando y, aún cuando he hecho intentos -creo que buenos- de hacer cosas distintas, siempre tengo como premisa que quiero hacer las cosas (para mis estándares) bien, con tiempo, sin presiones, y sin sentir el apuro de subirme a un carro al cual puedo no pertenecer.

Cuando siento que esa voz motivadora deja de ser la mía, tengo que deternerme, respirar, y volver a centrarme en mí para canalizar las energías y evitar a toda costa las eventuales presiones externas. Si cedo, dejo de ser yo; si no expreso lo que siento y cómo lo siento -especialmente aquello lejano a esa impuesta y permanente visión positiva del día a día-, me pierdo; si veo que entro en un bucle de repeticiones, desaparezco.

En esta foto un señor camina en contra del flujo principal (probablemente no lo veas completo) y yo, cuando posteo algo en redes sociales advierto que “esta foto puede no estar en su encuadre correcto” porque hay ciertas reglas que seguir para publicar en Instagram, pero no es esa la manera en que quiero mostrar una de mis fotos. Por eso tengo un espacio propio, mi página, que aunque no sea la forma más “eficiente” de mostrar mi trabajo, es definitivamente la más liberadora.

2023.08.31

Paseo Ahumada con Moneda

Santiago Centro, Chile.

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